La Ruta
del Alba (PR.AS-62), también conocida como las Foces de Llaímo, puede
considerarse como uno, si no el más relevante, de los fenómenos naturales con
categoría de Monumento Natural declarado en 2001, a los que la
geografía asturiana nos viene acostumbrando.
El Parque Natural de Redes, por donde discurre, se sitúa al
SE de nuestra región, bañado por el Nalón y roturado por la cuenca del mismo, y
con dos embalses en su haber: Tanes y Rioseco. Sus múltiples alturas de
considerable cota, sus hoces y gargantas y hermosos valles de verdes pastizales
aprovechados para la ganadería autóctona, permiten enjuiciarlo comparativamente
como uno de los espacios de mayor atractivo de Asturias, sobre todo para los
montañeros y senderistas conocedores del entorno.
Pues bien, la
Ruta del Alba es uno de sus reclamos. Se estructura a lo
largo del Río Alba con rincones de encanto, con rápidos y cascadas, con hoyas
donde apetece el baño, con estrechas gargantas que en conjunto
constituyen escenarios que deleitan a caminantes y fotógrafos. Este río nace en
las alturas del circo formado por los Picos Aberrugues, La Forcá y Monte Llaímo, en
Riofierros, y en su descenso hacia el norte incrementa su caudal con la
confluencia del Arroyo de Monte Llaímo y el Reguero de Penocha en Cruz de los
Ríos, y otros que lo alimentan más abajo.
El trayecto de la ruta de hoy está perfectamente señalizado,
complementado con paneles informativos de la fauna y la flora del lugar, y se
desarrolla con una buena parte de ancha pista y otra de camino fácil apto para
niños.
La aproximación al lugar se realiza por la AS 117 primero, doblando a la
derecha por un desvío (SC 2) tras rebasar el pantano de Rioseco después. Pasamos
Villamorey y llegamos a Soto de Agues. Nos espera un amplio parking a los
aledaños del polideportivo municipal de este último enclave. Estamos en el
municipio de Sobrescobio. Las calles de Soto de un perfecto empedrado
absolutamente limpias llaman la atención del viandante tratándose de un pueblo
de alta montaña. La mayoría de las casas se hallan rehabilitadas y son un lujo
para la vista.
Arrancamos a caminar cruzando el pueblo hacia el sur, cerca
de la Ermita
de San Antonio, y dejando a nuestras espaldas la elevada torre de la Iglesia de San Andrés.
Tras pasar el lavadero nos internamos ya en la ruta.
A los quince minutos bordeamos una piscifactoría truchera.
A poco más de dos kilómetros, en el Campurru, el cargadero
de una antigua mina de mineral de hierro nos sorprende. Se llamaba del Carmen y
extraía para Durofelguera.
Algunas cabañas, una fuente y abundantes paneles educativos
describiendo la flora y fauna del entorno hacen del encantador trayecto, además,
ameno.
Cuando se alcanza Puente La Vega se dispone de un área recreativa para quien
desee tomarse unos momentos de descanso y/o reponer fuerzas con un tentempié.
No es lo habitual, pero a efectos de conseguir buenas composiciones y escenarios fotográficos óptimos hacemos continuas incursiones saliéndonos del camino hacia abajo, al río, disfrutando desde más cerca del frescor de sus aguas y las vistas.
A partir de aquí la pista ancha y trabajada se torna cómodo camino aunque más irregular que discurre por la margen izquierda del río.
A partir de aquí la pista ancha y trabajada se torna cómodo camino aunque más irregular que discurre por la margen izquierda del río.
Rápidos, saltos, pozas (Covallón, El Calvu, Les Lleroses, La Sepera) y cascadas de más
de 10 m.
de altura se suceden unos a otros con increíbles imágenes de contrastes
naturales.
Robles, hayas, tilos y algún tejo sobreviven entre las piedras
y con la poca luz que las altas paredes de caliza y cuarcita les permiten.
Quizás les resulte favorable y compense el ambiente de continua humedad en el
que se desenvuelven.
Pero aun nos esperaba la angostura del desfiladero del Alba
o las foces del Llaímo. Aquí nos encontramos con lo más agreste de la ruta y
aunque el piso es cómodo y seguro se debe extremar la atención.
Y así, tras cruzar dos pequeños puentes de piedra: el de La Pontona primero y La Resquiebra luego, y
deleitarnos con las diferentes vistas del río, entre foto y foto, llegamos a
Cruz de los Ríos. Cuál no sería nuestra sorpresa al observar que unas cuantas
cabezas de ganado vacuno se nos habían adelantado y disponían para su antojo
del área de descanso.
El tiempo seguía inestable con cielo encapotado por lo que
la vuelta por el mismo camino no se hizo esperar.
Distancia: 14,2 km
Desnivel acumulado de subida: 350 m
Dificultad: Baja